En ocasiones, tendemos a pensar que las enfermedades dentales que sufrimos son generadas por algunos hábitos de higiene que no llevamos a cabo; como cepillarnos, utilizar hilo dental, uso de colutorios… Pero otras muchas veces, existen problemas psicológicos actúan sobre los dientes. Uno de los más comunes es el bruxismo.
El bruxismo es el hábito involuntario de apretar o rechinar las estructuras dentales sin propósitos funcionales. Su principal desencadenante se sitúa en el plano psicológico aunque las repercusiones se extienden al plano de la odontología. En efecto, las causas pueden ser desde estrés hasta una pesadilla. Se trata de una actividad con la que podemos en riesgo nuestra salud dental por estos motivos:
El primer problema generado por el bruxismo es el desgaste de los dientes, por lo que éstos nos pueden llegar a doler mucho, producir inflamación en las encías, hipersensibilidad dental, etc.
Otro de los problemas es la hipertrofia de los músculos que utilizamos para masticar.
Esa hipertrofia de la que hemos hablado es la que puede producir que nos duelan los mismos músculos, tengamos agujetas o que no podamos masticar bien debido a ello. Todo ello puede producir algún cambio en la alimentación.