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La fluorosis dental es un trastorno del diente causado por la ingesta excesiva o continuada de fluoruro durante el periodo de formación del diente.

Se trata de una hipomineralización del esmalte o dentina causada por un aumento de la porosidad que se traduce en un aspecto anómalo de los dientes:

Estrías o líneas (fluorosis dental leve)
Manchas blancas opacas (fluorosis dental moderada)
Esmalte quebradizo con manchas marrones (fluorosis dental severa)

¿De dónde procede el fluoruro que ingerimos?
En la etapa de formación del diente, el fluoruro puede proceder principalmente del agua potable. Si los niveles de esta sustancia en agua superan 1 millonésima parte (1 ppm) se corre riesgo de sufrir fluorosis. Los productos de higiene bucal suelen contener flúor, que ayuda a prevenir la caries y cuyo uso es seguro siempre y cuando se sigan las cantidades recomendadas según la edad. En algunas partes del mundo, los suministros de agua natural contienen niveles de flúor que pueden ascender a 4 ppm, dando como resultado una amplia fluorosis dental en la población. Desde 2011 la concentración recomendada en el agua potable por las autoridades sanitarias es de 0,7 mg/l. Según un estudio realizado en 2014 por Vitoria, Almerich y Maraver, la mayoría de ciudades españolas está por debajo de este límite, aunque hay 5 ciudades que lo sobrepasan (Vitoria, San Sebastián, San Cristóbal de la Laguna, Ibiza y León, situándose las dos últimas incluso por encima de 1 mg/l).

Los productos de higiene bucal suelen contener flúor, que ayuda a prevenir la caries y cuyo uso es seguro siempre y cuando se sigan las cantidades recomendadas según la edad.

Consecuencias del exceso de flúor
Los dientes afectados, además de presentar un aspecto enfermo, tienen más tendencia a desgastarse o fracturarse e incluso pueden ser incapaces de sostener una restauración. Además, la ingesta continuada y excesiva de flúor (de 4 a 15 ppm) puede derivar a largo plazo en trastornos más severos, como es el caso de la fluorosis esquelética, que cursa con síntomas como la rigidez, dolor en las articulaciones o deformidades.

¿Cómo prevenir la fluorosis?
Una buena manera es controlar el nivel de flúor de los dentífricos y colutorios que usamos. Las guías europeas establecen las recomendaciones de flúor en productos de higiene bucal adecuadas para cada edad. Aun así, debemos estar atentos al etiquetado de cada producto para decantarnos por aquellos que respondan a nuestras necesidades de flúor sin dañar nuestro esmalte. Si los niveles de flúor en el agua potable que consumimos son muy altos, podemos optar por consumir agua mineral embotellada, eligiendo siempre aquellas que indiquen los niveles de flúor en su etiquetado.

¿Qué hacer cuando la fluorosis ya está instalada en nuestra dentadura?
Una buena opción es combinar distintas técnicas de blanqueamiento dental profesional. Si la fluorosis no está muy avanzada, con estas técnicas se podrá acabar con las zonas pigmentadas, aunque no basta con realizarlo una sola vez, ya que las manchas suelen volver a aparecer de manera recurrente. Los tratamientos blanqueadores deben ser periódicos y realizados bajo supervisión de nuestro odontólogo. En caso de que la fluorosis esté muy avanzada y sea de gran intensidad, la mejor manera de combatir su efecto antiestético es el tratamiento protésico, como por ejemplo la colocación de carillas de porcelana dental.

Te esperamos en nuestras clínicas de Mérida y Almendralejo.